En Junio del 2015, el Parlamento británico publicó el informe “Mindful Nation UK” o “Inglaterra, una nación plenamente consciente”. Este informe era el resultado del trabajo de investigación de la comisión Mindfulness All Party Parliamentary Group, una iniciativa conjunta de todos los partidos británicos para lanzar una reflexión sobre el potencial efecto benéfico de la práctica de Mindfulness en diversas áreas clave de la vida pública entre las cuales figuraba, naturalmente, la escuela.
Uno de los primeros resultados de esta iniciativa fue que el gobierno inglés lanzó un estudio a gran escala, con una dotación de más de 6,4 millones de libras (unos 7,5 millones de euros al cambio en abril 2017, en el momento de escribir este artículo) para introducir Mindfulness en las escuelas e investigar su efecto en mejorar la salud mental, el bienestar y la resiliencia de los niños pre-adolescentes, estableciendo cual sería la manera más eficaz de entrenar a los profesores para que puedan transmitirlo. Unas 150 escuelas participarán en alguno de los programas de prueba de este estudio.
Jamie Bristow, director de la Mindfulness Initiative, el organismo de políticas de investigación que coordina esta iniciativa, ha publicado recientemente un artículo en la revista Mindful en el que alerta sobre la dificultad de establecer programas de Mindfulness para las escuelas, en particular en centros de recursos más escasos, y establece algunas pautas que según él son importantes para evitar programas mal diseñados.
Hemos creído que pueden ser de interés para todos aquellos que, en España, deseamos que Mindfulness entre en las escuelas.
Según Bristow hay 4 aspectos clave que deben ser considerados para llevar Mindfulness a la escuela:
- Entender la diferencia que existe entre concentración y Mindfulness.
La plena conciencia o Mindfulness es algo más que calma y concentración. Si el entrenamiento de Mindfulness tiene que poder distinguirse del mero entrenamiento de la atención o de la relajación, los niños necesitan tener un aprendizaje sobre la mente y desarrollar ciertas cualidades de la conciencia como la apertura, la curiosidad y la amabilidad. Una vez la mente se haya calmado gracias a un foco atencional concentrado, el objetivo será el de cultivar una conciencia receptiva hacia cualquier experiencia, en particular, hacia los pensamientos y las emociones. Se considera que estas cualidades sostienen muchos de los efectos benéficos y terapéuticos del entrenamiento de Mindfulness y por eso es importante que aquellos curriculum que NO incluyen contenidos que favorecen el desarrollo de actitudes de Mindfulness NO se denominen entrenamiento de Mindfulness a riesgo de alimentar acusaciones de ser malas prácticas.
Así por ejemplo el programa MindUp, desarrollado en la fundación que fundó la actriz Goldie Hawn, introduce a los niños de primaria primero a unos ejercicios de concentración que se denominan “pausas mentales” (Mind breaks). Estas prácticas, que tienen el valor de establecerles en una conciencia enfocada, son la base desde la que desarrollarán mindfulness más tarde.
- Ponerse la máscara de oxígeno primero:
Es esencial que el maestro (y en general, cualquier adulto) que deba guiar las prácticas de Mindfulness con niños incorpore en primera instancia la atención plena en su vida y tenga un alto nivel de motivación personal. Mindfulness no es una receta que puede leerse siguiendo un guión. En otras palabras, recurriendo a un símil que todos entendemos, no le pediríamos a un maestro que no sabe nadar que enseñara a nadar a los niños con un libro…
Cualquier persona que quiera transmitir Mindfulness a otros -sean estos niños o adultos-, debe hacerlo desde su propia presencia y forma de prestar atención. Encarnando la práctica de Mindfulness, que no es más que una manera de atender a la experiencia, momento a momento, y de estar presente.
Este es quizás el punto que a mi me parece más fundamental y que constituye el mensaje principal del libro que publiqué en noviembre 2016 “Burbujas de paz, un pequeño libro de mindfulness para niños y no tan niños” (Ed. Nube de Tinta) en el que, además de presentar de forma sencilla y lúdica la práctica de mindfulness, doy pautas para que se pueda introducir a niños y jóvenes.
Bristow recomienda en su artículo que, si un programa de introducción de Mindfulness en una escuela no implica primero una formación extensiva a los profesores (con un entrenamiento de 4 o 5 días y un mínimo de seis meses de práctica personal comprometida), la introducción en el aula se base entonces en contenidos de audio y video de alta calidad , que el profesor y los alumnos puedan seguir juntos.
- Evitar una implementación desde arriba hacia abajo (top-down):
Aunque en la actualidad haya un interés creciente por la práctica de Mindfulness en las escuelas- tanto en Inglaterra como en España-, probablemente no sea una buena idea el imponer su entrenamiento en un plan de estudios, por lo menos hasta que la atención plena se convierta en algo tan conocido y reconocido como el ejercicio físico y las escuelas tengan los recursos para contratar para ello a personal con un nivel de conocimiento e interés adecuados.
La atención plena requiere intención personal. No se le puede pedir a alguien que sea “mindful” o plenamente consciente. Debe existir una práctica sólida y una dedicación voluntaria. Establecer en las escuelas programas de mindfulness que tengan integridad y calidad requiere paciencia y hacerlo con personas que no tienen el conocimiento, la formación y/o la práctica personal adecuadas está destinado a provocar resistencias, malos entendidos o dilución de la esencia de Mindfulness.
Algunas sugerencias para evitar una implementación de mindfulness desde arriba hacia abajo serían:
-> En primer lugar, buscar un instructor cualificado de mindfulness que pueda dar una sesión orientativa a los maestros y al personal educativo, que incluya una práctica corta que les permita experimentar “de que va “ Mindfulness. La Asociación Profesional de Instructores de MBSR constituye una referencia seria para encontrar instructores de mindfulness acreditados y comprometidos con la integridad de la práctica y con unos estándares de calidad en toda España.
-> Luego, proponer a aquellos profesores que estén interesados realizar un curso de ocho semanas que esté avalado por evidencias científicas como es el caso del programa MBSR (Reducción del Estrés basada en Mindfulness) desarrollado por Jon Kabat-Zinn en la Universidad de Massachusetts hace 30 años y que el Instituto esMindfulness imparte en Barcelona desde 2004
-> Una vez que un grupo de profesores ha realizado un curso de Mindfulness, darles apoyo para que continúen con su práctica personal organizando media hora una vez por semana para que puedan sentarse juntos – y / o proporcionarles acceso a aplicaciones y otros materiales de apoyo.
-> Mas adelante, si se sienten inspirados a hacerlo, y quizás con algo de formación adicional sobre la pedagogía de Mindfulness tanto para niños como para adultos, podrán empezar a introducir la atención plena a los niños y emprender la formación de otros maestros, para que estos integren también esta práctica de la plena conciencia.
- Conseguir la implicación en cada nivel
Además de cultivar el interés a nivel de las bases, también es clave identificar tanto a un promotor senior, idealmente el director de la escuela, como a un líder o campeón interno que pueda supervisar el desarrollo del programa. Demasiado empuje de una persona sin el apoyo de otras partes interesadas, como padres o directores, puede crear resistencia de sus colegas. Además, el esfuerzo de una única persona, sin ningún apoyo a más alto nivel, puede venirse abajo si esa persona se marcha de la escuela.
Cómo lograr que tu comunidad escolar ayude a que un programa de atención plena pueda prosperar:
-> Integrar en la estructura a un mentor.
Una buena manera de ayudar a integrar Mindfulness en la cultura escolar es internalizar la capacidad de ofrecer cursos de Mindfulness. En este modelo, un maestro o miembro del personal de apoyo que tiene una práctica personal establecida, recibe formación para impartir cursos para adultos y puede así ofrecer sesiones de Mindfulness para mantener la práctica entre los maestros. También puede ofrecer cursos de Mindfulness a maestros de otras escuelas que, además de contribuir al intercambio de conocimientos, podrían ayudar a financiar el programa.
->Definir claramente el propósito del programa.
Antes de que el entrenamiento de Mindfulness pueda verdaderamente florecer en el sistema educativo, puede ser necesario primero interrogarse sobre el propósito de ese mismo sistema. ¿Pueden las capacidades que nos ayudan a navegar por el mundo como la resiliencia, la apertura, la curiosidad, la empatía, la meta-cognición y la capacidad de concentración, ser tan importantes para el desarrollo humano como el conocimiento de cómo funciona el mundo? El famoso psicólogo Daniel Goleman es la gran referencia en la divulgación de estudios que demuestran que las capacidades de autorregulación son el principal factor determinante del éxito y los resultados en la vida. En un mundo donde lo único con lo que podemos contar es con el cambio constante, diversos pensadores de referencia han sugerido que el éxito futuro será tan dependiente de la comprensión de las mentes de los demás como de la comprensión de la tecnología.
La iniciativa del Reino Unido de llevar Mindfulness a las escuelas surge como respuesta a la oleada creciente de enfermedades de salud mental y de malestar detectado en niños y adolescentes y en las escuelas. Quizás sea algo que debamos plantearnos también en España. Y si este tipo de iniciativas, orientadas a mejorar la capacidad de los jóvenes de crear las condiciones de su propio bienestar, no surgen a nivel de las instituciones y desde el consenso de todos los partidos políticos -los interminables bandazos de las sucesivas reformas educativas que hemos “sufrido” en los últimos años parecen presagiar precisamente lo contrario-, quizás deberán promoverse desde la base, desde las familias y los colectivos de educadores.