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Vacaciones conscientes en familia

VACACIONES CONSCIENTES EN FAMILIA: UN TIEMPO PARA SER EN LUGAR DE HACER

Coincidiendo con las vacaciones escolares, muchos tendremos estas próximas semanas algunos días de vacaciones en familia. Después de un primer semestre de año tan excepcional como el que hemos vivido y considerando las previsiones, conviene aprovechar este tiempo para descansar y recuperarnos.

Descansar puede significar dejar de madrugar, flexibilizar horarios, no tener que ir al trabajo o a la guardería o a la escuela y poder hacer otras actividades de deporte, de ocio… Lo que nos pasa, a veces, es que queremos hacer tantas cosas que la agenda de las vacaciones acaba siendo más ajustada que durante el curso. ¿Cómo podemos descansar de verdad? Hay que considerar que el descanso tiene una vertiente física, pero tiene otra de mental. La pregunta por tanto es: ¿Cómo podemos hacer vacaciones mentales?

Susan Bögels, psicóloga y profesora de Salud Mental en la Familia y Mindfulness en la Universidad de Amsterdam habla de la importancia en las familias de encontrar tiempo para SER para compensar esta tendencia a HACER.

Parte de una evidencia científica que nos dice que hay dos modos mentales que activan dos redes neuronales diferentes: un modo orientado a la acción, que es el que activamos cuando tenemos que hacer cosas y que nos es muy útil para organizarnos y llevar adelante las tareas de la casa, el trabajo… pero que mantiene el cerebro siempre en marcha y que facilita activar el «piloto automático» porque el objetivo es ir tachando cosas de la lista. Además, este modo, se fija en lo que falta y estamos en un momento donde la preocupación por el Coronavirus y la incertidumbre que genera en muchos ámbitos nos puede llevar a quedarnos en la preocupación sobre qué pasará.

Para compensar, tenemos un modo diferente, orientado a la contemplación, a ser y a estar en paz con lo que hay aquí y ahora, sin tener que hacer nada o conseguir nada. Las criaturas están en este modo de forma natural y nosotros, como padres, madres o cuidadores podemos también activarlo y desarrollarlo; Mindfulness es una forma de hacerlo.

La escritora Carla Naumburg propone 5 habilidades de Mindfulness que podemos cultivar este verano para hacer vacaciones, de verdad, en familia.

  • Cultivemos la concentración: la capacidad de mantener la atención enfocada en una sola cosa durante un periodo de tiempo determinado y de volver a enfocarla cuando nos damos cuenta de que nos hemos distraído. Evitemos la multitarea y concentrémonos en lo que estamos haciendo en cada momento, especialmente cuando interactuamos con nuestros hijos e hijas. Ellos necesitan nuestra atención para su desarrollo y, además, sabemos que una mente atenta es una mente más feliz.
  • Cultivemos la creatividad: aunque no forma parte de la definición formal de Mindfulness, la creatividad permite a los niños y niñas expresar sin prejuicios lo que están sintiendo y facilita la atención plena al momento y eso sí que es Mindfulness. Busquemos momentos para ser creativos, expresándonos con el cuerpo, con las manos… pintemos, dibujemos, inventemos juntos. La creatividad es una puerta al mundo interior.
  • Cultivemos la curiosidad: la capacidad de preguntarnos cosas, de poner en duda lo que damos por supuesto, de aprender de lo que nos rodea y de las personas. Implica apertura e indagación. Invitemos a nuestros hijos a hacerse preguntas, escuchemos lo que nos preguntan con atención y hagámosles preguntas: ¿Cómo estás? ¿Cómo te encuentras? ¿A ti qué te parece? ¿Cómo debe funcionar?… Tratemos, si es posible, de responder a través de la experiencia.
  • Cultivemos la compasión: entendida como la capacidad de conectar con la experiencia de alguien que está sufriendo y de querer ayudarle. Es una habilidad que refuerza la empatía y la bondad hacia los demás y hacia uno mismo. Podemos, por ejemplo, tener cuidado de los animales que nos rodean; en verano, el contacto con la naturaleza nos acerca a insectos como hormigas, mosquitos, pájaros o ratones. Podemos enseñar a nuestros hijos a tratarlos con cuidado, devolviendo al jardín un insecto que ha entrado en casa en lugar de matarlo.
  • Cultivemos el silencio: el silencio es fundamental para los niños y niñas y también para los adultos; sabemos que dos minutos de silencio son suficientes para disminuir la presión arterial y el ritmo cardíaco. El silencio calma el cuerpo y la mente y nos da la oportunidad de conocernos mejor. Existe el silencio exterior, el que proviene de los ruidos del entorno, pero también existe el silencio interior, el que proviene de acallar la mente. Busquemos el silencio.

Que paséis un buen verano. Si estás interesado/a en saber más sobre Mindfulness en familia, contacta con nosotros.

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